LOS DOMINGOS: NO HAY FUNCIÓN

Ella trabaja en el teatro del Mundo desde hace mucho tiempo, a decir verdad, desde que empezó a perder la inocencia, allá por los años de la adolescencia… Curiosamente los mejores papeles que le dieron fueron en esa época de no iniciada en el mundo de la interpretación. Por lo menos, eso es lo que cuenta ella. Dice que tenía mucha ilusión y ganas de hacer cualquier cosa por difícil que fuese.

Ella creía, entonces, que actuando con sinceridad, honestidad e ilusión, el filme tenía que ser un éxito…Y aparentemente así fue: recibió ovaciones interminables, halagos e incluso regalos que ella nunca pudo imaginar.

Todo el Mundo parecía confiar en ella, más que ella en si misma. Y esto la motivaba a continuar aceptando papeles para no defraudar a los directores y sobre todo a los espectadores que tanto esperaban de ella: -craso error- dice ella ahora con la mirada perdida en una de sus manos.

–Quería interpretar un guión que había escrito yo misma, antes, mucho antes de debutar como actriz;  pero, por diversos motivos, tuve que seguir interpretando lo que otros escribieron para mí…-  

Un suspiro profundo, casi un lamento, salió de sus labios y prosiguió:

-Hacia la mitad de mi vida de actriz, comencé a salirme del guión de forma esporádica y sin ser muy consciente de ello, sobre todo al principio… Luego, mis aportaciones espontáneas al guión escrito y  dirigido por el autor de la obra fueron más frecuentes. Era una válvula de escape a tanta presión ejercida por parte de unos y otros.  Esto que al principio pasaba desapercibido por parte del director y de los espectadores. Comenzó a ser incómodo para  el resto de actores, pero sobre todo para el autor de mi personaje. Sus insultos y crítica  pública y privada fue feroz y despiadada para conmigo. No lo pude soportar y abandoné la trama en mitad de la función.
En el camerino  estaban los regalos, los aplausos, los premios y los halagos… pero ya no me pertenecían. Ahora eran de otro.

Había trabajado denodadamente para ser la mejor en cada uno de los papeles que interpreté. No tuve vida propia, trabajé sábados, domingos y fiestas de guardar…

Pero… salirse del guión, era imperdonable en aquella época. Ahora, creo que hasta se considera una genialidad de los buenos actores.-

Vuelve a exhalar un profundo suspiro, sonríe con los ojos clavados en la flor de medinilla que adorna el salón y en un susurro apenas audible, dice:

-Preciosa y exótica flor: ¿Verdad?... Me la regalé el día de la madre. Las plantas son mi debilidad. Las mimo en exceso y a veces se quejan, ja, ja… las cambio de lugar si veo que no están a gusto…-

Me doy cuenta de que necesita un respiro para seguir hablando, percibo el esfuerzo y el dolor que marcan su rostro...

De pronto, vuelve a retomar el monólogo, con la mirada prendida en la medinilla.

-Yo tenía otros planes para mi vida… y ahora ya es tarde para interpretar aquel guión que escribí siendo niña y no tuve tiempo ni ilusión  para escribir otro más acorde con la edad que tengo ahora. Me he dedicado a trabajar en papeles que antes, cuando era joven, ni hubiera imaginado: personajes tristes, solitarios, viejos, casi marginados, al límite… Hay que comer, pagar facturas y seguir trabajando para  tener opción a una pensión de jubilación miserable: ¿Me entiende?-

Me miró directamente a los ojos en busca de una respuesta. Asentí con un movimiento de cabeza.

-Lo bueno de la situación es que ahora me puedo salir del guión los domingos: ¡ESE DÍA, NO HAY FUNCIÓN!-

Superviviente

28/11/10