Érase una vez un niño que en las Navidades del año 2010 habitaba en lugar muy acogedor y hermoso: la tripita de mamá.
Allí, en esa casita, Max se iba haciendo grande y fuerte para el día en que iba a comenzar la aventura más fascinante desde que había sido concebido: el momento de nacer y venir a este Mundo. Para ese viaje han de pasar muchos, muchos días, hasta que Max se halla formado y entrenado en una piscina que hay en la barriguita de mamá. Entonces, cuando esté lo suficientemente fuerte, Max decidirá venir a conocer a mamá y papá que se ocuparán de cuidar, querer y educar a Max para que sea un niño sano, alegre y feliz.
Max va a nacer en mayo ¡faltan apenas cinco meses! Y sus papás lo esperan con muchísima impaciencia e ilusión. Sabían que iba a ser un niño (lo había dicho el Dr., que es el único que puede ver dentro de la barriguita de mamá) Estuvieron, papá y mamá, pensando durante unos días en el nombre que le pondrían al primer hijo que iban a tener (el nombre de un hijo no es tarea sencilla) entonces el hermano de mamá, propuso “Max” y a todos les gustó el nombre: -Sí, sí: se llamará Max- dijo mamá muy feliz de encontrar, por fin, un nombre a su gusto. El papá de Max también estuvo de acuerdo en que era un nombre apropiado, aunque la más entusiasmada con el nombre era mamá.
Toda la familia espera la llegada de Max con mucho cariño, unos se lo imaginan rubio como mamá o moreno como papá… ¿Cómo será Max? ¡Hasta que nazca, nadie lo sabrá, pero todos, todos, toditos, todos: mucho lo querrán!
Y colorín, colorado, este cuento sobre Max aún no ha terminado…
Carmen Martínez Sanmartín (abuela paterna de Max)
25/10/2010
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